1777. Pluma, Tinta parda sobre papel verjurado, 206 x 148 mm. No expuesto

Carta de Francisco de Goya a Martín Zapater (1746-1803), su amigo de infancia en Zaragoza, con información sobre el fin de la estancia de Zapater en Madrid, envío de apuntes a fray Manuel Bayeu y anuncio del nacimiento del tercer hijo de Goya.

En 2004 ingresa en el Museo del Prado un conjunto de veinte cartas de Francisco de Goya (19 dirigidas a Martín Zapater y una a Joaquina Alduy, tía de Zapater), adquirido por el Estado en Madrid, en subasta pública. Con ello se completa en el Museo, depositario de la obra más numerosa y rica de Goya en todas sus facetas, esa importante correspondencia del artista, que a partir de ese año guardará casi en su totalidad el Prado. La correspondencia de Goya a Zapater es esencial para el conocimiento del artista. No sólo por las numerosas cuestiones de carácter biográfico que aparecen en ella, fechadas entre 1775 y 1799, los años del ascenso de Goya en la Corte, hasta su nombramiento como Primer Pintor de Cámara, sino por revelar con veracidad absoluta, sin disimulo ni reservas, el carácter y la personalidad de Goya. El valor de los originales en el caso de Goya es fundamental, ya que, desgraciadamente, algunos de los documentos relativos a su vida y su trabajo, publicados de antiguo, no se pueden localizar en la actualidad, poniendo en duda por tanto las noticias que aparecen en ellos. Estas cartas de Goya son de su mano. La grafía especial del artista, la forma tan gráfica y visual con la que expresa sus ideas, así como algún que otro dibujo ilustrativo las hacen doblemente importantes para determinar su modo personal y único de utilizar el espacio, similar al de sus pinturas originales, aguafuertes y dibujos. Son, sin duda, piedra de toque fundamental también para el conocimiento y precisión del arte de Goya.

Hay un grupo de cartas tempranas, entre la que se cuenta esta carta fechada el 22 de enero de 1777, que es en la actualidad la primera conservada, ya que la del 6 de septiembre de 1775, publicada desde el siglo XIX parcialmente, está perdida o en paradero desconocido. Coincide la de enero de 1777 con el momento del regreso a Italia de Mengs, que tanto favoreció a Goya en sus inicios, y cuando el artista estaba enfrascado en la preparación de los cartones para los tapices del comedor de los Príncipes de Asturias en el Palacio del Pardo, con escenas tan fundamentales como El quitasol, La riña en la Venta Nueva, La cometa o Baile a orillas del Manzanares. La noticia de mayor interés de la carta, por su relación con la pintura y sus procedimientos, es el comentario que hace Goya sobre la solicitud de su cuñado, Fray Manuel Bayeu, cartujo y también pintor, de que le enviara ideas para sus propias obras.