1787. Pluma, Tinta ferrogálica sobre papel verjurado, 203 x 149 mm. No expuesto
Carta de Francisco de Goya a Martín Zapater (1746-1803), su amigo de infancia en Zaragoza, con aplazamiento del encargo de pintar un cuadro para Zapater, entrega del dinero del traslado temporal de Tomás Goya y su familia a Madrid, e inquietud por sus muchos encargos y obligaciones.
En 2004 ingresa en el Museo del Prado un conjunto de veinte cartas de Francisco de Goya (19 dirigidas a Martín Zapater y una a Joaquina Alduy, tía de Zapater), adquirido por el Estado en Madrid, en subasta pública. Con ello se completa en el Museo, depositario de la obra más numerosa y rica de Goya en todas sus facetas, esa importante correspondencia del artista, que a partir de ese año guardará casi en su totalidad el Prado. La correspondencia de Goya a Zapater es esencial para el conocimiento del artista. No sólo por las numerosas cuestiones de carácter biográfico que aparecen en ella, fechadas entre 1775 y 1799, los años del ascenso de Goya en la Corte, hasta su nombramiento como Primer Pintor de Cámara, sino por revelar con veracidad absoluta, sin disimulo ni reservas, el carácter y la personalidad de Goya. El valor de los originales en el caso de Goya es fundamental, ya que, desgraciadamente, algunos de los documentos relativos a su vida y su trabajo, publicados de antiguo, no se pueden localizar en la actualidad, poniendo en duda por tanto las noticias que aparecen en ellos. Estas cartas de Goya son de su mano. La grafía especial del artista, la forma tan gráfica y visual con la que expresa sus ideas, así como algún que otro dibujo ilustrativo las hacen doblemente importantes para determinar su modo personal y único de utilizar el espacio, similar al de sus pinturas originales, aguafuertes y dibujos. Son, sin duda, piedra de toque fundamental también para el conocimiento y precisión del arte de Goya.